domingo, 16 de febrero de 2014

Viola brasilera y comentarios musicales

Un punto importante que se descubre en la cultura musical brasilera es su diversidad, que en el exterior permanece solapada, generalmente por la versión que hace la media globalizada. O sea, un extranjero desprevenido puede perfectamente asociar la cultura musical brasilera al samba, al choro y a derivaciones más recientes en la música popular brasilera. Pero lo que no se dice es que esas expresiones de la musicalidad del país están más vinculadas con el litoral, y que lo se toca y se canta, en el interior de ese inmenso país, es ejecutado con instrumentos propios, uno de ellos de cuerdas (la viola caipira), derivado de instrumentos semejantes europeos; tal como ocurre en Colombia con el tiple (es interesante ver que existen versiones de tiples en Venezuela, Puerto Rico y Perú).
        El término usado en Brasil para este tipo de expresión musical es el de música sertaneja o música caipira, y el instrumento típico con el que se ejecuta la música sertaneja es la viola caipira, probablemente derivada del laúd, tocado en las cortes de Portugal y de otros países europeos. Es interesante ver que, en el caso de España, el instrumento más utilizado en las cortes era la vihuela, que tal vez dio origen al tiple (en América) y a la guitarra española, siendo que esta última nace como una vulgarización de su selecta progenitora. Sin embargo, siempre es difícil hacer una genealogía precisa de los instrumentos musicales, especialmente los de cuerda, por la convivencia simultanea de varios posibles predecesores.
        La palabra sertanejo viene de «sertão», palabra que en portugués tiene una etimología obscura, significando una región agreste, apartada del litoral, habitada por poblados pequeños, sufriendo los rigores climáticos y con un desarrollo de infraestructura precario. La palabra caipira, también usada para denotar la música del interior de Brasil, tiene una etimología tupi-guaraní, significando todo lo que tiene  que ver con la rudeza del campo, siendo usada también para denotar al campesino. En algunas referencias se distingue al «sertanejo”
 del «caipira» únicamente por la región. Por ejemplo, el habitante sertanejo estaría más ligado con el interior de Sao Paulo y regiones vecinas, mientras que los caipiras serían los campesinos del interior del nordeste brasilero.
       Los temas musicales que crean los compositores de música sertaneja están vinculados con la naturaleza, evocando el amor, la nostalgia, la soledad, el contacto con los equinos, con el ganado, con los pumas, con los pájaros, con los ríos, y con los pantanos. La viola actuó como un instrumento de acompañamiento en la colonización, desde el litoral hacia el interior, realizada por el pueblo brasilero durante casi tres siglos. El musicólogo y poeta Mario de Andrade nos dice, en sus estudios musicales, que los cargadores de mercancías nunca emprendían sus largas jornadas sin un violero en su equipo. De cierta manera hay algo parecido con la cultura de la región de los llanos colombianos y venezolanos, por la geografía, la tendencia a lo pecuario, la bravura y la nostalgia.
        La viola caipira tiene muchos tipos de afinaciones, que permanecen más en el imaginario de los músicos populares brasileros que en los documentos musicales (a diferencia del tiple colombiano que es afinado como las cuatro primeras cuerdas de la guitarra). Esas afinaciones tienen nombres populares, que hacen referencia al día a día, por ejemplo «cebolla», o «cebollita» (debido al supuesto poder de hacer llorar a las mujeres),«sosiego» (por el poder de tranquilizar al ejecutante), caña verde (por el efecto que tienen los vientos sobre las hojas del cañaduzal), «reza o cantoría del divino» (usada para proteger algo o a alguien), entre otras muchas. La viola tiene un aspecto de una guitarra tradicional, con varias versiones en el número de cuerdas. Generalmente son cinco pares de cuerdas metálicas, pero existen variaciones. El instrumento está lleno de leyendas, muchas de ellas ligadas con el diablo. Por ejemplo, a violeros virtuosos a menudo se los tacha como pactantes con el demonio, tal como se decía de Paganini; y en varias regiones se considera al diablo como el mejor violero del mundo.
        Pero para entender mejor la cultura musical sertaneja tendríamos que ver algunos aspectos históricos del país, ligados con la colonización, a ciertos aspectos culturales y del carácter del colonizador (en este caso Portugal). En este sentido se puede verificar que los portugueses se dieran un poco más de libertad para ejercer el imaginario que los españoles. Los portugueses tenían una situación similar a las de los fenicios en la antigüedad. Estos últimos eran un pueblo hostilizado por sus vecinos, y tenían como salida natural el mar Mediterráneo, cuyos horizontes eran aún los confines del mundo. Su salida fue la marinería, que utilizaron para convertirse en los mejores mercaderes de la historia antigua, pues estaban justamente en la frontera entre oriente y occidente. Y llegaron lejos, pues fueron los fundadores de Cartago, en donde nació Aníbal, ese general que estuvo a punto de destruir a Roma. En el caso de Portugal, esta necesidad de llegar lejos fue sumada a una busca de identidad propia, siendo un país fundado por cruzados franceses (especialmente provenientes del ducado de Borgoña), y con un vecino poderoso, y ya con ambiciones expansionistas. Como resultado de todo esto tenemos la formación del primer imperio global de la historia, y del más antiguo de los imperios coloniales modernos, el imperio portugués. 

        Es natural que las bases literarias lusitanas permanecieran asentadas en la poesía, género típico de pueblos aventureros y alucinados, como los griegos. Su obra prima, y referencia literaria, es Os Lusíadas, obra escrita por un poeta (Luís de Camões, o Camoens); un poema épico, inmenso como los mares aun siendo descubiertos, relatando las hazañas y a aventuras de los navegantes lusitanos, lleno de una sensualidad pagana, evocando con constancia las ninfas y a Venus, con sus actitudes… Incluyendo manifestaciones de pasiones ardientes como la de Adamastor por Thetis, retratos de Tristán, entre otros, incluyendo la intervención de elementos femeninos, como la Nereidas, para domesticar los vientos descontrolados y destructores. Su ambición por la grandiosidad está vinculada a las aventuras de los marinos portugueses (Camões, como Cervantes, también había sido un marinero), con un deseo firme de dramatizar la acción, por la inclusión de los dioses clásicos, por los latinismos y por la erudición.
        Por otro lado, España tenía un vínculo más fuerte con el continente, una independencia recién conquistada frente a los moros, que dejaron un legado cultural indeleble. Era un pueblo con dos mares, uno de ellos el mediterráneo, que había perdido su misterio, mas que continuaba vital para el comercio, y un océano por la frente que causaba más curiosidad que ansiedades aventureras. En el fondo España no era un país aventurero, y yendo en este sentido Cervantes, a pesar de ser poeta, imprimió grande parte de su energía en la prosa del Quijote, pues le era más importante desvendar el misterio de la psiquis humana que la de los océanos  y tierras de ultramar (Freud, admirador del Quijote de la Mancha, aprendió el español sólo para leer la obra de Cervantes, en su lengua nativa). 

        De esta manera es fácil comprender el porqué los grandes navegadores de la corte española fueron extranjeros. Magallanes era portugués y Colón era genovés, a pesar de que algunos historiadores colocan en duda esa sacrosanta versión; por ejemplo Patrocinio Ribeiro defiende la tesis de que el tal genovés era en verdad otro portugués travestido de italiano. A pesar de todas las versiones sobre su origen, Colón tenía el don de la persuasión, y de esta vez tocó la curiosidad femenina de la reina Isabel, que le soltó el dinero necesario para su aventura. Tenemos aquí que los españoles descubrieron América más por merodeos que por cualquier otra cosa.
        Por lo tanto había una notable diferencia entre españoles y portugueses, lo que se traduce en la forma de sus conquistas. Los portugueses llegaron deslumbrados, ya habían recorrido medio mundo comerciando especias, tenían la mente más abierta, y veían aún los dioses clásicos en los paisajes, en los mares y en sus barcos; mientras que los españoles traían la ambición, la competencia en la guerra terrestre, la bravura y la locura genocida de los inquisidores. Una vez Cesar Giraldo dijo que si los portugueses hubiesen llegado primero a Méjico se hubieran dejado convertir fácilmente al paganismo indígena, deslumbrados por las riquezas de la civilización azteca, buscando siempre hacer un buen negocio. Y que el realismo mágico hubiera aparecido tres siglos antes, de esta vez bajo lengua lusitana, o tal vez azteca.
        En el aspecto de catequesis y represión religiosa, a los pueblos nativos de América, los inquisidores lusitanos llegaran a Brasil más leves que sus colegas españoles, y las leyendas con el sulfuroso personaje (como los pactos para ganar habilidad en el toque de la viola) no atrajeron tanto la ira de los inquisidores, ni tanto el pánico de los campesinos. El efecto de estas cosas puede ser ilustrado en la leyenda de Francisco el Hombre, aquel acordeonista del Caribe colombiano, que se vio abocado a vencer al diablo, a confrontarlo, durante toda una noche, tocando su instrumento y cantando el credo al revés, en vez de intentar negociarlo, o de engañarlo –como lo hubiera hecho un buen brasilero. Tal vez esta flexibilidad brasilera haya hecho posible que el país aceptara tener un emperador portugués viviendo y gobernando en Rio de Janeiro, logrado una independencia sin disparar un único tiro, y una fase republicana alcanzada por un simple golpe de estado.
        En un contexto general, César Giraldo decía que Francisco el Hombre representaba el perfil fanático y culposo del colombiano (pues aunque el diablo sea vencido en un duelo siempre deja algún rastro de culpa…); lo que facilitó, según él,  hechos dramáticos  como los asesinatos de José Antonio Galán, Rafael Uribe Uribe y de Jorge Eliecer Gaitán,  entre otros; la toma  del Palacio de Justicia;  el fraguar de una guerrilla con mentalidad medieval, como las FARC; y últimamente un procurador fanático, que persigue izquierdistas, gais y lésbicas como si fueran delincuentes, con el crucifijo de una legalidad obscura y de un moralismo represor. Y todo este conjunto de hechos ocurrirían como el ejercicio de algún tipo de ritual exorcista.
            Para finalizar estas disquisiciones musicales e históricas relato una experiencia musical. Cierta vez participé de un recital de música hindú, en donde había una buena cantidad de oyentes de la India, que se quedaran deleitados con la ejecución de la sitar. Después del recital, fui a conversar con el virtuoso, que para mí no tenía nada a envidiarle a un músico como Ravi Shankar. Para mi sorpresa el tipo era brasilero; le pregunté cómo había conseguido dominar ese sofisticado y raro instrumento. El músico respondió rápidamente: «fue fácil, yo me inicié como tocador de viola caipira». Finalmente me dio la siguiente explicación: «los portugueses tuvieron colonias en la China (la colonia de Macao) y la India (varias colonias conocidas por el nombre genérico de Goa), y por lo tanto tuvieron contacto, durante siglos, con los instrumentos hindúes. Como músico siempre sentí una afinidad muy fuerte entre la sitar y la viola caipira, en el timbre, en el sonido. Y ciertamente la viola caipira heredó algo de la música hindú…», dijo. Una teoría interesante, pero que ciertamente tendría que ser mejor investigada.
        Coloco aquí una música sertaneja, compuesta por un virtuoso de la viola, Almir Sater: «Um violero toca». La letra tiene calidad, con contenido poético. El coro dice así: “todo es monte, todo es pasión, si el violero toca/ la viola, el violero y el amor se tocan…”

En este link Sater ejecuta la viola caipira: presionar aquí.

Hay otra versión de la canción con  mejor calidad sonora  aquí.

La letra está aquí, con algunas traducciones libres para el español, manteniendo el vocablo "sertão" en el texto:

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Quando uma estrela cai, no escurão da noite,
(cuando una estrella cae, en la obscuridad de la noche)
e um violeiro toca suas mágoas.
(un violero toca sus dolores)
Então os "óio" dos bichos, vão ficando iluminados
(entonces los ojos de los animales, van quedándose iluminados)
Rebrilham neles estrelas de um sertão enluarado.
(brillan en ellos las estrellas de un sertão iluminado por la luna)

Quando o amor termina, perdido numa esquina,
(cuando el amor termina, perdido en una esquina)
e um violeiro toca sua sina.
(y un violero toca su destino)
Então os "óio" dos bichos, vão ficando entristecidos
(entonces los ojos de los animales van quedándose entristecidos)
Rebrilham neles lembranças dos amores esquecidos.
(brillan en ellos recuerdos de amores perdidos)

Quando o amor começa, nossa alegria chama,
(cuando el amor comienza, a nuestra alegría llama)
e um violeiro toca em nossa cama.
(y un violero toca en nuestra cama)
Então os "óio" dos bichos, são os olhos de quem ama
(entonces los ojos de los animales, son los ojos de quien ama)
Pois a natureza é isso, sem medo, nem dó, nem drama
(pues la naturaleza es eso, sin miedo, sin dolor, sin drama)

Tudo é sertão, tudo é paixão, se o violeiro toca
(todo es sertão, todo es pasión, si el violero toca)
A viola, o violeiro e o amor se tocam...
(la viola, el violero y el amor se tocan)